Enriqueta Belevan
 

(Video al final)

(Beleván camino a la Armonía)

La semana pasada empezamos este seminario dedicado a la poesía escrita por mujeres en el Perú. Ojo que no pensamos que nuestra poesía se esquematice y limite solo dentro de un aparato, al contrario, creemos que todas fluyen en la misma tradición de la poesía escrita en español y es contemporánea de otras literarias de distintas lenguas.

En ese sentido, al brindar estos seminarios, buscamos reflexionar sobre toda la poética interna con el fin de elaborar un observatorio del devenir de la poesía como un río en el que participa la pluralidad, la historia, la vida, el tiempo y la singularidad de usar el lenguaje.

En ese sentido, empezamos hablando de María Emilia Cornejo, poeta que trasciende a nuestros días por su fresca mordacidad y crítica de la retórica de lenguaje poético mismo, al ser una promotora de un tiempo divergente de poetizar.

Se dice que los versos de su primer y único poemario fueron trabajos realizados previamente en los talleres de San Marcos que brindaba Marcos Martos y compañía; lo cierto es que se puede arreglar, editar, cambiar, mutar cuando ya existe una voz previa y pensar que se puede crear una voz de la nada es un acto bastante mezquino.

Aunque la poética de Cornejo no haya sido editada en vida, era ya una voz diferente y única; voz que nadie puede arteramente crear ni armar de la nada. Dicho esto, dijimos que Cornejo fue una poeta clase mediera, universitaria, política, que transgredió la poética peruana gracias a su discurso del cuerpo.

Sí, es a través de su art poetic que Cornejo nos permite ver su sensibilidad, una voz punk y desarraigada que no teme mostrarse con la naturalidad de su desnudez; hoy veremos a otra poeta, una de la misma generación aunque más bien ensombrecida y descuidadamente estudiada. Recordemos que, como dije la semana pasada, no se trata aquí de separar poesía por géneros pero sí de hacer hincapié en el olvido que recae sobre el estudio de unos y otros. Enriqueta Beleván (Lima, 1940) es la autora de hoy. Escuchemos su poética:

PARA ENCONTRARTE EN UNA PLAZA DE LIMA

Porque es urgente y necesario ponernos a escribir y es urgente nuevamente decir que hoy estoy aquí sobre la manta azul y amarilla y afuera en la ciudad que apenas conozco dentro de otra habitación que no imagino tú estás ahora como yo tal vez escribiendo con urgencia con desesperada urgencia los poemas que más luego nos enseñaremos o te dejarán triste y callado o simplemente tan terriblemente serio como yo aún no sé qué eres tú y no sabré qué hacerme con el deseo de hacer mil cosas que no hago y de nuevo la ventana y el árbol que te gusta y no sé cómo se llama y no pregunto de nuevo volveremos con la suavidad de los gatos enlazados y me pondré a cantar todas las canciones que están persistentemente con nosotros en ese tocadiscos que ahora sigue prendido sin que tú comprendas por qué no puede permanecer nuestra alegría como un eco de consistencia semejante a correr para encontrarte en alguna plaza de Lima.

En este poema en prosa que acabamos de oír podemos encontrar mucho del registro de esta autora que, por cierto, publicó hasta la fecha dos libros llamados Poemas al estilo de una pintura ingenua (Lima, Ediciones La Sagrada Familia, 1978) y Poemas de la bella pájara hornera (Editorial Alfa, 1984) Dos libros que, sin duda, la vuelven una poeta de culto.

Consideremos que su breve obra se inserta dentro de un registro que tuvo bastante resonancia en 1970: la voz conversacional. Igual que otras poetas como Carmen Ollé, Cinthya Pimentel, Lucía Ocampo o Guadalupe Ochoa[1].

Sentimos en la voz de Beleván aquel registro de hablar desde la experiencia cotidiana, desde el ser interno y mostrarla de modo ágil y certero. Temática que los Hora Zero levantan como caballo de Troya, aunque toda una generación, influenciada por un movimiento cósmico de ideales afronta.[2] Es una poesía que busca la retórica del gozo y de la simpleza:

El sonido de la piel

              abre mis ojos.

El recuerdo es la piel

             que cubre tus mejillas.

La sonrisa de la piel

              es un sonido.[3]

¿Qué sonido de que piel habla en la poesía de Beleván? Es el sonido de lo que precisa de lo sencillo y tierno para mostrarse dulce. Es el idioma de la piel, es decir, del cuerpo. El cuerpo, como tema, se encuentra tanto en la dimensión política como poética; es el cuerpo el que, por ejemplo, sufre la enajenación capitalista y canta en la ebriedad lírica. El cuerpo que, como mariposa blanca, se sumerge en su interior descubre un campo abierto para plantearse un canto. Es cierto: lejos del fugaz artilugio del show, la poesía se torna itinerario interior.  

Aquí, en “el sonido de la piel” vemos que se logra también la magia, o eso que la poeta llama “abre mis ojos”. Se canta lo que el cuerpo siente. Se siente lo que la poesía mana. Poética y cuerpo se introducen a un légamo de nitidez: la rebeldía hippie, el rock de los 60, la necesidad de afirmarse en una búsqueda emancipadora resulta fecunda. Habla en la voz de Beleván la voz de Jannis Joplin y de Joan Baéz, como también la poética de una muchacha que transita la vida moderna, sus cuitas y la necesidad de forjarse un discurso singular en la poesía como frontera y tacto:

LES ENFANTS DE LA GUERRE

 

Cuando Donovan canta tú ves dentro de una cabina de discos

“nothing is real” y quieres despegar ese papel de la pared rugosa

y compruebas que al sacar el papel sacas un pedazo de pared

o “Little boy in corduroy”: muchachito en corduroy

ya no te permite ver nada

y tu cara está empapada de lágrimas / tus ojos no paran

y te apoyas contra la puerta

y en Bruselas afuera el viento corre con pedacitos de hielo

y tu boca se corta se endurece para pedir el periódico

y esa revista que habla de Angela Davis

Sigues la línea del tranvía 32 y llegas a la calle de la Bourse

los super cohn super markets donde es fácil tirarse el chocolate

y un poco menos fácil comerse una fruta

porque esta fruta es grande bien desarrollada

y tú eres pequeña ya te lo dijeron:

“tu es trés petite”

y existen en la Bourse cafés humeantes

y pasas por los pórticos / las entradas con toldos de los cafés

y por unos segundos sientes el calor de las lámparas que cuelgan

  como extraños ojos de lechuza rozando tus cabellos

y van calentándote mientras tratas de sonreír escuchando

   vagamente todavía “Les Enfants de la Guerre”

y aún no te vence la certidumbre del término del día

  porque para ti en Bruselas el día termina a las 5 de la tarde

 con el último correo / pero

     también puede comenzar

si hay alguna carta y vas al café de tu calle la calle Lebeau

  y los viejos abrigados como tú no sabes aún abrigarte

no se sorprenden y estás ahí y las cartas de tu mamá/los niños de tu

        (hermana

 y el té está hirviendo y de nuevo todo es agua

 mientras cierras bien los ojos

  y afuera la calle permanece callada

(Lebeau a las 7 queda casi vacía dicen que “por el frío”)

y regresas y pasas por la tienda de antigüedades

 que es tu mundo con muñecas rotas de trapos descoloridos

y sonrisas vagas y la tienda de revistas de ahora en francés

 y de nuevo la calle te recuerda que Rosalind

 está tocando el concierto de Handel

    y vas a enseñarle tus cartas

y ella saldrá en la noche a comer con sus amigos ingleses

en Bruselas a la hora en que vas dejando lentamente

que el calor venga con las tres mantas

 y por hoy no leeré nuevamente las cartas.

Beleván es entonces una promotora de este cantar intimo que el rock y otros géneros musicales popularizaron, sin embargo, en lo poético adquiere una dimensión más amplia, una dimensión que asimila el papel del silencio y de la retórica de la piel.  

Si en María Emilia Cornejo hay sedición contra la retórica exclusiva del mundo interno masculino, en Beleván hay filosofía de la piel y deseo vanguardista de motivar una fusión entre vida y arte. Si en la autora de A la mitad del camino recorrido hay violencia y una sociedad que asfixia, en Belevan hay necesidad de armonía y énfasis de deseo. Voluntad de decir. El cuerpo al decir se libera, se busca, se observa.

Otro punto interesante: una mente despierta. En sus versos, se cumple la idea de “avivar el seso y despertar”, porque es una poesía consciente de la fugacidad, del mundo, de los cuerpos, de los tactos. Un movimiento de ojos: la poesía de Beleván es su única biografía, ¿qué sabemos de su vida? ¿Alguien se detuvo a preguntarse sobre su curioso peregrinaje? Apenas y somos consientes de algunos romances y se acabó la historia. En su poética se afirma la sentencia de Octavio Paz: la poesía es su única biografía.

 

 

Si para el poeta CH. Bukowski “cuando el espíritu se desvanece, aparece la forma”, es decir, cuando no existe la esencia se vuelve artificial el canto, es justamente Beleván una poeta de esencia, una poeta que espiritualiza su mundo interno. Esta armonía con el mundo termina tornando su poesía en una suerte de música extraña para la propia retórica social. Donde la sociedad banaliza los lenguajes, llevándolos al humor simple o a la ironía, Beleván arriesga en tender puentes. Usa el lenguaje para decir, no para explorar el propio lenguaje. Hay una forma entonces perfectamente musical en su tono, hazaña que comparte con las mejores voces de los setentas, que nos recuerdan que la vida misma puede ser el canto con el que uno zurce la música de su arte.

 

 


[1] Estas dos últimas poetas pertenecen también al grupo Infrarrealismo.

[2] Tulio Mora, en el prólogo de Los broches mayores de sonido, dice sobre Beleván: “Otra es la posición de Enriqueta Belevan quien no participó en HZ como una militante, pero escribió sus primeros poemas a la manera insurgente de Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz y Enrique Verástegui (…) Beleván se encuentra en la primera línea de la mejor poesía femenina peruana.  

[3] Del blog de Willy Gómez https://migliaro.lamula.pe/2020/12/25/poemas-de-enriqueta-belevan/migliarowilly/